Día 7

Día de pruebas. Tres nada menos. 

La cosa hoy era afrontar tres pruebas complicadas y desagradables: un PET total para el cual te inyectan un isótopo radiactivo; otro PET detallado dorsal; y por último una resonancia magnética de cuerpo completo, con la inyección del contraste adecuado. Tiempo total, casi 3h metido en un tubo/nicho.

Es una de esas máquinas donde una cama motorizada te va metiendo poco a poco en un tubo. Lo del tubo es desagradable, desde luego, pero es peor estar inmovilizado y atado para evitar que te muevas. Por lo visto la tecnología de emisión de positrones es lo más de lo más pero necesita que uno se esté completamente quieto. 

Después de 45 min empieza a doler la espalda y la parte trasera de la cadera. Después de 1h el cuerpo parece quedarse dormido y hormiguea. El sonido, por llamarlo de alguna manera, es sencillamente imposible. Durante la prueba llegué a contabilizar los golpes, memorizar las cadencias, grupos de 35 pulsos y secciones. He bautizado el sonido que emite la máquina como "ruido mecánico-digital". 

La sensación es de ser insoportable, pero al final se soporta, lo que no quita que sea mi peor experiencia sonora en mis 42 años de vida. Es realmente algo marciano. Por otro lado, te ponen  unos cascos para atenuar el impacto, no quiero ni pensar en como debe ser de potente sin protección. 

La resonancia ha sido mucho más ligera y sencilla y ha tardado solo unos 20 min. Sonido desagradable pero soportable.

Lo peor de todo esto, no es el ruido, no es el túnel, no es estar inmovilizado, no es el dolor de espalda, no es la sensación de salir y que el mundo está al revés... Lo peor de todo es recordar lo que te ha llevado hasta esa prueba y cual es realmente su función. 

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